AMOR EN EL MATRIMONIO Y SENTIMIENTO

AMOR EN EL MATRIMONIO Y SENTIMIENTO  


En cierta ocasión leí una afirmación del entonces Cardenal Ratzinger que venia a decir que el dialogo entre creyentes y no creyentes era posible ya que a ambos les unia la duda, algo que es intrinseco al ser humano. He recordado esta firmación leyendo hoy la Carta Enciclica "Deus caritas est" en la que el Papa contrapone el eros como "amor indeterminado y aun en busqueda" frente al agapé , "experiencia del amor que ha llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro, superando el caracter egoista que predominaba claramente en la etapa anterior". Hace varios años leí un articulo de la periodista Rosa Montero en "El País" en el que reflexionaba sobre el amor heroico y el pasional y afirmaba que el heroico era muy superior y que acercaba mas a la felicidad. La reflexión a la que me llevan estas ideas es que una de las bases del exito del matrimonio es saber esto y ponerlo por obra. El exito de un matrimonio, unión estable y comprometida de un hombre y una mujer, no puede estar sustentado sobre el eros o el amor pasional (que indudablemente forma parte de esa unión) sino sobre el agapé o amor heroico: la busqueda del bien del otro.


 MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE UNO 


Existe una idea cada vez mas extendida según la cual lo básico y consustancial a las personas son los sentimientos. Según esta idea son los sentimientos los que deben de guiar las relaciones entre las personas, influir a la hora de tomar decisiones, decidir lo que está bien o mal, definir la verdad o la mentira, etc.... Se ha dejado de lado lo relacionado con la voluntad y la inteligencia y se va a lo mas fácil (sobre esto escribiré en otra ocasión). Aplicado éste principio al matrimonio, éste funcionaría mientras funcionen los sentimientos de manera que cuando se dejase de “sentir” amor por el cónyuge el matrimonio perdería su sentido. Llevados de esta idea que cada vez está mas extendida, cuando los sentimientos desaparecen o la convivencia se hace cuesta arriba muchas personas empiezan a buscar fuera lo que no encuentran dentro. En vez de concentrar su atención y esfuerzo en recuperar o reconstruir ese amor, se dejan llevar de lo que sienten o de lo más fácil: sentirse víctimas y buscar consuelos. Algo tan fundamental y que afecta aspectos tan íntimos de las personas como es el amor no puede estar sustentado exclusivamente sobre algo tan frágil y quebradizo como son los sentimientos que por su propia naturaleza son oscilantes y sujetos a altibajos que, en la mayoría de los casos, no dependen de la voluntad de uno mismo. Los sentimientos dependen de numerosos factores internos y externos al hombre y a la mujer. Factores tales como la climatología, el cansancio, los desarreglos hormonales, el stress, etc... hacen que varíen nuestros sentimientos y estados de ánimo. El matrimonio debe estar afianzado y construido sobre algo más sólido.


MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE DOS 


El origen de la atracción hombre-mujer, en un primer momento, puede situarse en la esfera física e incluso en la intelectual, por las ideas compartidas o admiradas. El paso siguiente es el enamoramiento, un sentimiento normalmente intenso, que nos lleva a querer estar con el otro y a desear estar solos. Nos sentimos bien a su lado. Hasta aquí el hombre no ha puesto nada, todo es plácido: se deja llevar de lo que apetece y gusta. Esa fuerza sobre la que poco decidimos es ahora la que guía todo. El matrimonio es un paso más de lo hasta aquí expuesto. Lo específico del hombre es la capacidad de tomar decisiones, de decidir libremente, de no hacer depender su vida de la apetencia. Puede resultar muy difícil asumir esta idea en un tiempo en el que prima hacer las cosas sin esfuerzo y en el que se huye de todo compromiso. Nos bombardean continuamente desde los anuncios, las series de televisión, las revistas y tantos otros frentes con la idea de que el hombre tiene derecho a la felicidad y que ésta pasa por satisfacer todos los deseos y por evitar lo que cuesta. Mensajes publicitarios tales como “te lo mereces”, “date el gusto”, “date un capricho”, etc... hacen onda mella en el subconsciente y terminan condicionando la actuación de muchas personas que huyen del esfuerzo como de la peste. Estamos instaurados en lo que se ha denominado “pensamiento débil”. Sin embargo, la grandeza del hombre se sitúa precisamente en su poder para comprometerse libremente y llevar a término lo asumido, aunque esto requiera esfuerzo. Gracias a esta capacidad específica del ser humano -voluntad y libertad- la sociedad ha avanzado.


MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE TRES 


El matrimonio es ese paso más que se da cuando hacemos intervenir algo que es específico del hombre cuando hace uso de la libertad: el compromiso. Nos queremos y decidimos que eso que ahora vivimos tenemos la voluntad de mantenerlo y, además, lo manifestamos públicamente. Desde ese momento se entra en otra dimensión de mayor calidad y altura. Ya no puede ser el sentimiento, por muy importante que sea, el que rija la vida de la pareja. Se da paso a la voluntad, a la libertad y al trabajo diario para mantener el amor. Se que la afirmación anterior no es muy popular y que puede dar la impresión de frialdad. Nada más lejos de mi intención. Repito que los sentimiento son muy importantes pero no pueden ser la guía ni el fundamento de un matrimonio ya que quedaría construido sobre arena.


MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE CUATRO 


Mi comentario de hoy puede parecer que no guarda relación con el titulo de ésta serie de articulos sobre el matrimonio, sin embargo si se lee en relación con los cuatro escritos anteriores y con los que publicaré en los próximos dias se verá que si guardan relación. En la antigua Grecia se entendía que lo que hacía más digno y feliz al hombre era la adquisición de virtudes. El camino de la madurez humana y de la felicidad pasaba por el ejercicio de las virtudes. Vivir las virtudes exigía y exige esfuerzo. Ser ordenado, generoso, sincero, vivir la laboriosidad, etc. exige, bien lo sabemos, un trabajo. Todos sabemos que el trabajo supone esfuerzo. Desde que suena el despertador hasta que se apaga la luz por la noche hay que vencerse en numerosas ocasiones y, en muchos casos, hacer lo contrario de lo que apetece. Sin embargo, a pesar de lo dicho, esa lucha supone gozo y paz; sentirse contentos. Del trabajo se consiguen muchas cosas positivas. Proporciona satisfacciones cuando está bien hecho, eleva la autoestima cuando es reconocido por otros, facilita amistades y relaciones humanas, sirve para mantener a la familia y, lo más importante para los cristianos, supone participar en la Creación, “ayudando” a Dios. Trabajo y esfuerzo van unidos y, sin embargo, no por ello el trabajo es algo que, en general, se considere negativo. ¿Por qué es esto así? Pienso que, en parte, porque se sabe disfrutar de lo positivo que hay en él.


MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE CINCO 


Cuando la actitud con la que se afrontan las cosas es positiva, el esfuerzo pasa a un segundo plano. El impulso de la actitud personal hace que se obvie lo negativo y se siga adelante apoyados en lo positivo. Un buen ambiente laboral, que mucho depende de quien trabaja, ayuda a sobrellevar el trabajo y a hacerlo mejor, lo cual nos lleva a una espiral positiva: trabajo bien, hay buen ambiente, el trabajo luce, me siento bien y, por tanto, eso me estimula a seguir haciéndolo bien. Y aquí llegamos al punto central de estas consideraciones ¿Porqué no aplicar estas ideas al matrimonio? El matrimonio pasa en un primer momento por la efusión del sentimiento y el romanticismo, estados de animo que vienen y van. Quizás una clave del éxito de un matrimonio sería enfocarlo como un trabajo. Como algo que requiere un esfuerzo y una dedicación. Los primeros beneficiados de un trabajo bien hecho son los que lo realizan, por la satisfacción que produce. De igual manera, se puede disfrutar del matrimonio “trabajándolo” día a día, desde el primer momento, aprovechando esa fuerza impulsora que es el sentimiento.


MATRIMONIO Y SENTIMIENTO PARTE SEIS


¿En qué consistirá “trabajar” el matrimonio? Básicamente en vivir las virtudes humanas que llevan a la madurez y a la felicidad. La adquisición de virtudes en el matrimonio lleva a encontrar la felicidad propia buscando la felicidad del otro. La felicidad no se consigue empeñándose en ser feliz, sino procurando que lo sean los demás. La felicidad no es un derecho, ni dentro ni fuera del matrimonio. La felicidad es el resultado de una vida de entrega a los demás; por eso se puede ser feliz aunque se sufra. Dedicar a lo largo del día parte del tiempo a pensar en cosas pequeñas que puedan mejorar la relación con el cónyuge supone estar “trabajando” el matrimonio. Buscar minutos para estar a solas con él/ella es “trabajar” el matrimonio. Impedir que otro/a ocupe en la cabeza el lugar que sólo le corresponde a él/ella, es un compromiso libremente adquirido al casarse, es “trabajar” el matrimonio; estar pendiente de detalles para hacer más feliz al otro es “trabajar” el matrimonio.

Tener el convencimiento de que el matrimonio se hace día a día, que la ceremonia de la boda sólo fue el principio y que, como decía Machado “¡Caminante no hay camino; se hace camino al andar!” es “trabajar” el matrimonio. Igual que se ha mencionado la dimensión del trabajo como “ayuda” a Dios en el proceso de la Creación, no desearía finalizar este artículo sin abrir una reflexión a la trascendencia del matrimonio. Efectivamente, Dios ha querido que el hombre y la mujer sean copartícipes con Él en la Creación a través del matrimonio. Cuando dos amigos trabajan juntos se ayudan. Ese es el verdadero quicio del éxito matrimonial: contar con Dios y dejarse ayudar por Él. Nuestro esfuerzo, sin Dios, serviría para bien poco. Unir trabajo, esfuerzo, amor y Dios da como resultado una vida más feliz para los dos y para los que están alrededor.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Matrimonio, un desafio apasionante